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Buscan duplicar distintivos para varios productos. El registro ante IMPI certifica la autenticidad de piezas tradicionales e inhibe 'piratería'
Podrán lucir majestuosas en los aparadores de un museo, pero las artesanías mexicanas deben usarse, no reducirse a la categoría de objetos de contemplación, advierte Rafaela Luft Dávalos, directora del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).
Cuando las artesanías no se utilizan en la cotidianidad se convierten en patrimonio en riesgo, un extremo que puede evitarse, dice, si se promueven como lo que son: objetos culturales.
Para subrayar el valor de estos productos, los gobiernos estatales, los productores e instituciones como el Fonart, recurren a las "marcas colectivas", distintivo al que aspiran este año por lo menos 60 piezas que se sumarían al medio centenar que ya lo obtuvo, como los textiles de Aguascalientes, los diablos de Ocumicho, Michoacán, o la joyería en coral negro de Quintana Roo.
Se trata de una identificación que otorga el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) a grupos o sociedades de artesanos cuyas creaciones están precisamente en peligro de perderse o bien resultan emblemáticos para una región, explica Luft.
Un ejemplo de producto en peligro de extinción registrado ante el IMPI es la cestería de junco, sauce, pino y palma que elaboran cuatro etnias de Baja California: Kumai, Pai Pai, Kiliwa y Cucupa, integradas por no más de 700 personas, según la UNESCO.
"Son etnias en riesgo de desaparecer. Al promover la marca colectiva, el Fonart busca no sólo que se conozca su trabajo, sino rescatarlo y capacitar a otras personas para impedir que se pierda", refiere Norman Alva Ruiz, asesor...