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"De lo que bien amas no te privarán" o "Un caracol nocturno en un rectángulo de agua": Alameda tras las rejas, de Rodrigo Olavarría2 (Santiago, La Calabaza del Diablo, 2010)
Cuando el autor de Alameda tras las rejas (Olavarría 2010) afirma que el libro que escribe no es literatura, sino tan solo un libro, nos sitúa ante el conocido tópico de la decepción del oficio de las letras, de su desprestigio a partir de la época moderna. Pienso en el famoso poema de Paul Verlaine que se titula "Arte poética", donde "[...] todo lo demás es literatura", todo aquello que no sea "[...] la canción gris,/ donde lo indeciso se une a lo preciso" (Verlaine: 49-51, versos 36 y 7-8), donde lo vago y lo exacto conviven al mismo tiempo. Ni el negro ni el blanco, sino lo gris sería aquello que define, creo yo, la tonalidad de este libro, muy cerca de esa luz amarilla en la que los ciegos, según explicaba Borges, perciben un mundo de sombras.
El sujeto que escribe en estas páginas no se encuentra en la oscuridad total, pero nunca puede descorrer por completo la cortina, abrir la ventana o la puerta de la habitación en que escribe. Su mundo es ese ámbito cerrado, circular, borroso, borroneado si se quiere, pero también delicado y sugerente, tan preciso como al mismo tiempo fugaz, que se desliza entre los libros y los discos, y también entre los géneros y los tonos. Prosa y verso se combinan, como lo negro y lo blanco en el gris de Verlaine, y ambos abordan, entrecruzándose, lo poético y lo prosaico, lo literario y lo oral, lo elevado y lo bajo, lo extraordinario y lo cotidiano. La intensidad de lo bizarro, resulta, claro está, de la extrañeza de tal mezcla.
Se trata de un libro cuya circularidad reside en el motivo permanentemente reiterado de la ficcionalización de su propia escritura: en la primera escena observamos en tiempo real, con los ojos del narrador, por sobre el hombro del poeta, cómo este escribe el párrafo inmediatamente anterior, que abre el volumen y que recién leímos. Alameda tras las rejas se cierra sobre este mismo motivo, reflexionando a partir de la expresión con que Saint-Pol-Roux calificó el universo: la...