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Los estudios feministas han reevaluado la ciencia-ficción por la nitidez programática de sus experimentos mentales, que suelen revelar con claridad los supuestos ideológicos subyacentes. Así ocurre, por ejemplo, en la anti-utopía en forma dramática Sentimental Club (1909), de Ramón Pérez de Ayala, que pinta un futuro totalitario para advertir contra un colectivismo que, en su persecución de la igualdad absoluta, no tenga en cuenta el valor de lo individual y, sobre todo, de la dimensión sentimental del ser humano. Frente a este mundo "totalizante", los personajes se rebelan mediante el redescubrimiento del sentimiento amoroso, lo que se traduce en una exaltación de la pareja romántica tradicional que revela más bien la nostalgia patriarcal y pequeñoburguesa de un pasado presuntamente natural e invariable, con una distinción de roles bien definida, al igual que en otras distopías del siglo XX.
La literatura de anticipación, también conocida por el nombre popular de ciencia-ficción, desde su consagración equívoca como un subgénero paralelo a la literatura general1, es uno de los vehículos privilegiados de la reflexión sociológica gracias a la limpidez con que las tendencias de la sociedad coetánea del escritor pueden enjuiciarse mediante una extrapolación razonada que coloca al receptor ante las consecuencias de una serie de elecciones más o menos implícitas de la época coetánea a la creación de la obra, cuyo resultado se describe con más o menos detalle, con el regocijo del deseo satisfecho en las utopías o con el horror de la pesadilla hecha realidad, como en las numerosas distopías escritas en el atormentado siglo XX, sin excluir una actitud que se quiere más objetiva y atenta a los matices sociológicos, tal como ocurre en la llamada ciencia-ficción blanda (soft science fiction en inglés), basada en la aportación de las ciencias humanas, de las que las novelas magistrales de Ursula K. Le Guin pueden citarse como ejemplo sobresaliente. Al igual que el modo histórico de la escritura, a la que la literatura de anticipación corresponde como una especie de universo simétrico, el futuro puede servir para extraer lecciones válidas en el presente, unas lecciones que el ropaje ficticio pretende hacer placenteras y, en consecuencia, más eficaces. Las enseñanzas del futuro son incluso más claras que las del pasado, pues éste no se puede cambiar...