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En 1983 la cinta Alsino y el cóndor del realizador chileno Miguel Littín es nominada para el Osear como mejor película extranjera por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en los EUA. Aparte de ser la primera obra cinematográfica centroamericana en ser nominada para esta distinción internacional, en Nicaragua su país de origen, tuvo la particularidad de ser la primera película de largometraje en color en el género de ficción.1 Su estreno, el veintidós de julio de 1982 significó el punto de partida de lo que se pretendía fuera una ambiciosa transformación del legado filmico de ese país y aún más importante, el momento inicial para la gestación de un nuevo tipo de espectador. ¿En qué condiciones recibe el público nicaragüense el nuevo tipo de espectáculos que se le quiere mostrar? ¿Qué experiencias anteriores o contemporáneas informan el proyecto de cultura cinematográfica que intenta implantar la Revolución Sandinista a través del Instituto Nicaragüense de Cine (INCINE)? ¿Cuáles son las condiciones de producción, distribución y exhibición con las que se pretende lograr este cambio subjetivo tan delicado pero al mismo tiempo tan importante, como es transformar el horizonte de expectativas de un espectador? Al contestar estas interrogantes también se busca comprobar la hipótesis de que Alsino y el cóndor (1982) representa una síntesis de las experiencias de producción y recepción del Nuevo Cine Latinoamericano y que con su estreno se intenta por última vez en el siglo veinte, integrar las ideas de este movimiento a la política cultural de un país sin una industria cinematográfica formal.
Nicaragua en el Cine
Hasta ahora, se sabe poco sobre las imágenes filmicas de Nicaragua en los primeros tiempos del cine (Prehistoria 403; ver Pick 233). No es sino hasta la consolidación del régimen del primer representante de la dinastía Somoza, Anastasio Somoza García, que en dicho país se verifica un esfuerzo centralizado por producir algunas cintas documentales y por regular de manera más rigurosa la exhibición de películas (Ramírez, "Introduction" 211). Durante este periodo y hasta antes de la era revolucionaria, las salas recibían la totalidad de sus materiales de las consabidas firmas transnacionales afiliadas de un modo u otro a los estudios norteamericanos con distribución a través de terceros países (Giullemot y Gumucio-Dagron 406).
No sería sino...