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vida animal. figuraciones no humanas en el cine, la literatura y la fotografía Valeria de los Ríos Santiago: Metales Pesados, 2022. ISBN: 978-956-6048-94-7 182 pp.
En Vida animal, Valeria de los Ríos propone difuminar los trazos que delimitan las ficciones y convenciones en torno a lo humano y lo animal. Este proceso se lleva a cabo a través de dos movimientos: primero, a partir de un laborioso comentario acerca del problema de lo animal en la tradición del pensamiento occidental y, segundo, por medio de un rastreo de las figuraciones no humanas en distintos medios de representación. Este procedimiento que desmonta dicotomías y oposiciones contribuye a una cierta "destitución subjetiva"1 de las identidades que se representan a sí mismas desde una "diferencia antropológica" o un "excepcionalísimo humano" (9). De este modo, el libro de la autora marca una interrogación que surge del cruce entre lo sensible y lo político.
Siguiendo el razonamiento de Emanuele Coccia en Metamorfosis (2021), la autora se propone pensar aquellas figuras que permiten diluir las jerarquías habituales que separan lo humano, lo animal y lo vegetal. La flor, por ejemplo, "es la prueba y la manifestación de un principio anatómico y plástico que confirma la idea de que tener un cuerpo ya no significa existir bajo una forma, sino tener la potencia de traducir toda forma en otra" (9). El ser-en-el-mundo, entonces, es un estado de "constante migración" que desmantela los intentos de fijar una "identidad estable y monolítica" (8). Este punto de arranque supone una revisión de los presupuestos filosóficos respecto de lo humano y lo animal que anidan en la tradición occidental. Así, por ejemplo, el libro cuestiona la oposición dicotómica entre instinto y razón que, curiosamente, no estaba planteada exactamente así en el pensamiento aristotélico. Si bien para Aristóteles la capacidad de razonamiento, logistikhon, es propia de lo humano, existiría una capacidad general para sentir, aisthesis, de la que se desprende una phantasia aisthetike, imaginación sensorial, de la que participan los animales más desarrollados. En este sentido, Aristóteles no niega la inteligencia a los animales. En cambio, con el cristianismo y el dualismo cartesiano, "comienza a usarse al animal como contraste para el hombre" (11). Esta oposición en que lo animal aparece como máxima forma de alteridad, contribuye...