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Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970) es una de las actuales narradoras latinoamericanas que más se ha interrogado sobre el cuerpo y la enfermedad: ¿Cómo contar un cuerpo?, ¿cómo mirar al mundo desde "el martirio de la relatividad del cuerpo" {Sistema nervioso 239)?, ¿cómo hablar de las fallas de este, cómo medir "El peso de cada palabra atraído por la relatividad" (Meruane 33)? Esas son algunas de las preguntas que guían su obra novelística y que se exploran, desde itinerarios distintos pero complementarios, en cada una de las novelas que componen lo que podemos llamar "trilogía de la enfermedad", compuesta por Fruta podrida (2007), Sangre en el ojo (2012) y Sistema nervioso (2018), o "tetralogía" si incluimos el ensayo Viajes virales (2012). En este último se dice:
[...] ata algunas de mis viejas obsesiones: la literatura como sinuosa expresión de lo real y el discurso disciplinario de la enfermedad. Estas obsesiones vienen de muy atrás, se instalaron circunstancialmente en la propia biografía; hicieron que mi ojo se fijara en las proezas imaginadas y las desgracias reales que tantos cuerpos experimentaban en hospitales públicos y privados y en espacios domésticos, y también en la calle donde los militares hacían del cuerpo ciudadano su blanco. (Meruane, Viajes 11)
La cita no solo hilvana la lectura de todos estos textos, sino que actúa como una premonición de nuestro convulso presente, donde se retoman muchas de las inquietudes que atraviesan la obra de la escritora chilena, ganando en pertinencia y potencialidad.
Así, la escritura de Meruane dialoga con todo un conjunto de narrativas que han situado al cuerpo y a la enfermedad en el centro de la escena literaria latinoamericana de los últimos tiempos, lo que ha llevado a Julieta Yelin a proponer una lectura "biopoética":
El pensamiento del cuerpo podría ser entendido, desde este punto de vista, como una vía de aproximación a la forma-de-vida, una exploración de los procesos mediante los cuales los humanos están continuamente autoafirmándose. La labor de escritor y del crítico se conciben, en este marco, como prácticas generadoras de las condiciones para que el pensamiento del cuerpo tenga lugar, para que la vida (se) piense a sí misma. (Yelin 101)
En los últimos cinco años, han sido muchos los monográficos de revistas académicas...