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Sólo los ecuatorianos que amamos el deporte, y de modo particular el fútbol (somos el noventa por ciento de la población del país y de los residentes en el extranjero) podemos calibrar el impacto emocional que significó la clasificación de Ecuador a la Copa del Mundo Corea-Japón 2002.
Fue la realización de un largo sueño del que algunas veces despertábamos en medio de pesadillas...